lunes, 23 de julio de 2007

Mysterious Stranger



Yo vi esto de pequeño. Está basado en un relato de Mark Twain (así que el que no entienda inglés ya tiene una razón para leer un relato corto realmente fascinante), que como todos los escritores conocidos están condenados a ser relegados a sus obras más populares y en realidad menos desafiantes. No lo recordaba, pero recordaba la sensación. Lo acabo de ver otra vez por puro azar, gracias a la magia binaria de Stumble Upon, y tras unos minutos me ha venido a la mente.

El impacto de las imágenes debió ser particularmente intenso, porque recuerdo la sensación y recuerdo el entorno emocionalmente árido. Con frecuencia cuando oigo a la gente decir, gente de mi edad o de más edad, da lo mismo, que lo que se hacía en su época era mejor, me río un poco por dentro, porque suele ser una declaración inconsciente del encallamiento absoluto en su adolescencia, de su incapacidad para continuar descubriendo y aprendiendo, y el paso previo a la total incomprensión de nada que no se haya vivido antes de los 20.

En este caso yo me veo obligado a decir algo parecido, creo, espero y deseo que con más conocimiento de causa del que se suele tener al decir esto. Sigo con interés la exhangüe programación infantil, no soy capaz de tragarme los programas que emiten, como no sería capaz de tragarme Barrio Sésamo ahora mismo, pero sé que si emitieran algo remotamente similar a Chocky, El Planeta Imaginario, La Tía De Frankenstein o las mini películas de la Thames que emitían en mi época, lo vería fascinado por las maravillas que potencialmente podrían ejercer en las fascinantes y fascinables mentes infantiles. No hay nada hoy en día que se equipare mínimamente con aquello. No lo hay. Y no veas cómo lo siento.

Parece que la sociedad contemporánea ha descubierto el peligro brutal de la imaginación, y lo mismo que se hacen mandatorios el casco y las rodilleras cuando los chavales montan en bicicleta, se hace mandatoria la tele completamente inocua y vacía de ambigüedad. Lo mismo que hay que evitar que los críos sangren por la nariz o las rodillas, hay que evitar impactar sus cerebritos y corazoncitos.

Y yo desde mi celda informática me cago en los cascos y en las rodilleras .

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